La librería Shakespeare and company, centro de reunión de los intelectuales en el París de los años 20
Tras
la Primera Guerra Mundial, los Estados Unidos ofrecen al mundo una imagen de
éxito y bienestar que poco tiene que ver con las grandes bolsas de pobreza y
delincuencia existentes en sus ciudades, combatidas con duras normas (como la
famosa “Ley seca”) y una política puritana que va a alejar a muchos de sus
intelectuales hacia territorios más atractivos.
De
esta manera, en el París de los años 20 confluyen una serie de jóvenes autores
que van a recoger e incorporar a su literatura las principales innovaciones
estéticas de la vieja Europa: Hemingway, Scott Fitgerald, John Dos Passos...
Ellos, junto a otros renovadores del panorama narrativo norteamericano como
William Faulkner y John Steinbeck formarán lo que se ha dado en llamar “La
generación perdida”, concepto que remite a dos ideas fundamentales:
-Unas inquietudes estéticas e
ideológicas comunes.
-El hecho de encontrarse
desorientados, perdidos, como buscando algo que no hallan.
En
palabras del propio Scott Fitgerald, eran víctimas de un mundo al que no
pertenecían: ricos, seres descuidados e indiferentes, que aplastaban cosas y
seres humanos y luego se refugiaban en su dinero o en su amplia irreflexión,
y ello llevó a muchos de ellos tanto a la aventura existencial como a la acción
política directa. En su narrativa, estas inquietudes se van a traducir en la
ruptura con el realismo social anterior (de autores como Jack London o Stephen
Crane, entre otros), incorporando nuevos temas y formas:
-En cuanto a los primeros: lo
inútil de la guerra, la gran mentira de la modernidad, la depresión económica,
la desolación e incomprensión del ser humano, la sociedad vacía del jazz…
-En cuanto a las segundas: su
principal innovación entronca con lo que se produce en otras escuelas
narrativas europeas, como el neorrealismo italiano o el nouveau roman
francés, y afecta a la figura del narrador: se abandona la omnisciencia
decimonónica para dejar paso al narrador observador que, en su afán por conocer tan poco
de los personajes como el propio lector, pretende dotar a los textos de una
buscada objetividad.
John Steinbeck, un controvertido Premio Nobel
El
uso de técnicas cinematográficas, la denuncia social y la incorporación de
personajes corales terminan de configurar los rasgos comunes a la obra de estos
autores, todos ellos de gran calidad, como lo demuestra el hecho de que tres
ellos fueran galardonados con el Premio Nobel de Literatura: Faulkner en 1949 (El
ruido y la furia, Luz de agosto, Absalón Absalón…), Hemingway en 1954 (Adiós
a las armas, Por quién doblan las campanas, El viejo y el mar…), y el californiano John Steinbeck en 1962 (Las
uvas de la ira, Al este del Edén, De ratones y hombres, La perla…), a pesar de que, curiosamente, en este último caso, la Academia Sueca afirmara recientemente que se le otorgó porque "era el menos malo".
He decidido participar en los Premios Libros y Literatura 2013 con la reseña de La sed, de Francisco Muriana, que podéis leer en el Club del lector de este blog. Es un libro que me ha gustado mucho, y me ha parecido sorprendente dentro del panorama de las letras españolas; además, también me parece importante apoyar y difundir la labor creadora de nuevos talentos literarios.
Todos los que tengáis un blog de temática literaria podéis participar en estos premios, tanto con reseñas inéditas como con otras que ya tengáis publicadas. Si os interesa, las bases de participación pueden consultarse en este enlace:
Fecha de publicación: noviembre de 2013
Temática: Historia - ficción, Weird fiction
PVP: 12 €
Páginas: 66
Formato: 13 x 19'5 cms
Encuadernación: rústica
ISBN: 978-84-15824-48-0
Editorial: Ediciones Oblicuas
Hace
unos días os anunciaba la inminente publicación de este libro de relatos, La
sed, de Francisco Muriana. Pues bien, ya con el ejemplar en la
mano, leído y releído, lo primero que cabe decir de él es que no ha defraudado
mis expectativas.
Como
es habitual en Ediciones oblicuas, estamos ante una ópera prima. Y como
es habitual también en las obras por las que apuesta esta editorial, es una
obra que estoy segura de que os va a sorprender, y ello por varias razones:
vLo primero, porque estamos ante un
conjunto de relatos de lectura independiente y muy diferentes entre sí, pero
que se nos presentan unidos por un vínculo común que habréis de descubrir… El
autor no nos pone las cosas fáciles, busca hacernos pensar y este hilo conductor
es una de las cuestiones ocultas que La sed nos plantea. Como
pista, os diré, que tiene que ver con el título…
vEn segundo lugar, porque supone un
reto para todo lector porque sus páginas, como no podía ser menos dada la
formación humanística de Francisco, están repletas de referencias históricas
y culturales. En ellas descubriréis, además, muchas influencias literarias, entre
las que yo destacaría las de Philip K. Dick, Lovecraft o Poe.Por
esta razón, los relatos resultarán especialmente interesantes a los amantes de
géneros como la ciencia ficción o el weird fiction.(¿A
quién no le apetece darse una vueltecita en una máquina del tiempo, o
atravesar un agujero de gusano y al regresar a la realidad cotidiana
descubrir cómo ha cambiado el mundo conocido en lo que no ha sido para nosotros
más que un instante?)
vY sorprendente, por último, por su
estructura, un gran acierto: cada relato se configura como una sucesión
de escenas, de pequeños cuadros que el lector debe reordenar como si de un puzzle
se tratara. Olvidaos del hilo temporal, pues las analepsis y prolepsis
son constantes y la voz del narrador se diluye en ellas para ser cedida a
unos personajes atormentados, víctimas de sus obsesiones, que
estoy segura de que no dejarán a nadie indiferente.
Francisco
Muriana emplea, además, un lenguaje directo, descarnado, con pocas
concesiones a la retórica poética, sin ornamentos innecesarios y siempre
dispuesto a ir al grano para llegar al fondo de la cuestión. Si os apetece
pensar y disfrutar de la lectura con un tipo de relatos poco habitual en
nuestro panorama literario, esta es sin duda una buena elección, que podéis
adquirir en estos puntos de venta:
Os propongo hoy acercaros a la ópera prima de este escritor madrileño muy muy prometedor.
La sed es un conjunto de cinco relatos unidos por un vínculo común: una obsesión destructiva en sus protagonistas (ya sea ésta la ambición, el odio, la soberbia...).
A partir de ahí, y siguiendo la línea de autores como Philip K. Dick o Lovecraft, Francisco Muriana construye unas historias en las que se alterna la historia - ficción, el psicologismo más acerado, lo onírico y lo inesperado, en una mezcla de géneros que hará las delicias de los amantes de la ciencia ficción, de los relatos de aventuras y de la novela histórica.
El libro sale a la venta el próximo 9 de noviembre, pudiendo adquirirse tanto en librerías como en formato electrónico, así como en la web de la Editorial: Ediciones Oblicuas (http://www.edicionesoblicuas.com/)
Si queréis conseguir un ejemplar gratuito de la obra, hay un sorteo abierto hasta el próximo día 31 de noviembre, podéis consultar las bases en el siguiente enlace:
Y si os apetece asistir a la presentación y firma de libros por parte de su autor, tendrá lugar en Madrid, en Cosmos Bar (calle Garcilaso nº 3), el próximo sábado 9 de noviembre a las 20 horas.
Según
la mitología griega, el ser humano puede ser creado de diferentes maneras,
consignándose en las fuentes hasta seis procedimientos distintos:
Por metamorfosis de las
hormigas: son los llamados mirmidones,
palabra derivada del griego mirmex, que significa “hormiga”. Estos
hombres así creados forman el ejército que acompaña a Aquiles en la guerra
de Troya.
A partir de árboles o de
rocas: este proceso de creación aparece en los proverbios griegos; por
ejemplo, al hablar de los arcadios se menciona que son fuertes como las
rocas o como los robles.
Por litogénesis:Deucalión y Pirra, después del diluvio, repoblaron la tierra siguiendo un
oráculo que les decía que cogieran los huesos de la tierra (piedras) y los
tiraran hacia atrás. Así lo hicieron, y de las piedras que tiró Deucalión
brotaron hombres y de las de Pirra mujeres.
Brotados de la propia
tierra: son los llamados autóctonos, dentro de los
cuales hay dos categorías: los que no tienen padre y los que sí lo tiene
porque ha habido algún tipo de fecundación de la tierra (siembra, riego,
etc.). Dentro de estos últimos puede haber seres colectivos, que están
vinculados a alguna divinidad, (curetes, dáctilos, telquines y coribantes)
y seres individuales, que aparecen a veces como fundadores de genealogías
(Cécrope, Pelasgo, Macedón…)
Un caso especial dentro de
estos seres son los sembrados: que surgen de la tierra a partir de
la siembra de los dientes de un dragón o serpiente. Unos de ellos son
sembrados por Cadmo y darán lugar al pueblo tebano; otros son sembrados
por Jasón en la Cólquide, y de ellos surgen guerreros contra los que el
héroe ha de luchar.
Procedentes de uniones
entre dioses y mortales: son los héroes de la mitología, muchos
de ellos hijos de Zeus. Entre ellos figuran seres como Perseo, Minos o
Hércules.
Creados por del barro:
por alguna divinidad como Prometeo o Hefesto (creador de Pandora).
Por otra parte, Hesíodo da también su versión del primer
hombre: un personaje legendario llamado Foroneo, a quien se considera
como tal en varias regiones de la zona central de Grecia (Argos, Tebas…).
Para los vikingos el universo es cíclico:
ha nacido llevando dentro de sí el germen de su destrucción, que supondrá, en
realidad, el fin de un ciclo cósmico y el inicio de uno nuevo. Este
Apocalipsis particular tendrá lugar de la siguiente manera:
Odín
y Frigga concibieron al dios luminoso, Balder, para que este restableciera el
equilibrio en el universo, pero Balder tiene un sueño premonitorio y
recurrente: su propia muerte. Por esta razón, su madre pide al resto de los
dioses que recorran los nueve mundos y hagan jurar a cada elemento que
encuentren que jamás lo dañarán: lo hacen con todo excepto con el muérdago que
el taimado Loki ha escondido.
Cuando
regresan al Asgard, organizan unos juegos para celebrar el éxito de su misión.
Durante ellos, Hodur, el hermano ciego de Balder, lo dispara con una flecha que
Loki le entrega, y que ha sido construida con muérdago, lo que le provoca la
muerte. El dios mensajero acude entonces a Hela para pedirle que Balder pueda
regresar del inframundo, a lo que ella accede si se cumple una condición: que
todos derramen una lágrima por él. De nuevo, todos lo hacen excepto Loki, y
Balder debe permanecer en el Helheim.
Esto
provoca la ira de los dioses y la huida de Loki, que se esconde en una gruta
oculta tras una catarata. Pero finalmente es descubierto, atrapado y encadenado
en la misma caverna donde permanece también prisionero su hijo, Fenrir. Allí,
además, le deforman el rostro, derramando sobre él el veneno de una enorme
serpiente.
Mientras
tanto, el invierno y las guerras se ciernen sobre los mundos, los gigantes se
agrupan armados en el Jotunheim, se producen terremotos, inundaciones y
hambrunas que enfrentan a los humanos entre sí… Loki y su hijo son liberados
por mediación de la giganta Angerboda, madre de Fenrir, y la serpiente de Midgard
se remueve en los océanos provocando grandes olas que conducen a Loki y Fenris
a las puertas del Asgard.
Se
forman entonces dos ejércitos: por un lado, los dioses, acompañados por las
valkirias y los héroes del Valhalla; las huestes de Loki y los gigantes por el
otro. En la cruenta batalla Odín es devorado por Fenrir, Thor cae en su lucha
con la serpiente de Midgard, Tyr lo hace frente al perro de Hela y Heimdal
frente a Loki, muriendo todos los combatientes de ambos bandos. Finalmente, el gigante de fuego Surt, el
ser vivo más antiguo del universo, agita su espada sobre el campo de batalla
provocando una gran llamarada cuya humareda alcanzará a los nuevos mundos,
sembrándolos de oscuridad y reduciéndolos a cenizas.
El
mundo ha sido destruido, pero llegará un día, en un tiempo indeterminado, en el
que la hija del Sol, que sobrevivió a la gran matanza, tomará las riendas del
carro solar y la vida comenzará a resurgir. Se crearán entonces otros mundos
similares a los desaparecidos: un nuevo Midgard, un nuevo Asgard (llamado Idavellir),
una nueva morada para las almas de los muertos… y una pareja humana que saldrá
del interior del Ygdrassil para originar la nueva raza de humanos que repoblará
la tierra… Un nuevo mundo que, sin embargo, vuelve a tener en su interior el
germen de la destrucción…
Cuando trasteaba en mi ordenador esta mañana me he topado
con un mensaje que me había dejado Mayte Mayo, creadora del blog letras de plata, comunicándome que me incluía en su lista de Premios Liebster Award,
cosa que le agradezco enormemente desde aquí, invitándoos a todos a visitar su
blog y animándola a ella a continuarlo y hacerlo crecer.
Estos premios, que en realidad son una cadena destinada a
crear vínculos entre creadores de blogs y facilitar su difusión por la red,
tienen su origen en el año 2010 y están destinados a la divulgación de blogs y
webs de reciente creación y contenido interesante.
Cada una de las personas que recibe este premio debe cumplir
una serie de reglas, a saber:
Dar
las gracias a quien te ha concedido el premio y hacerte seguidor de su
blog.
Responder
a las 11 preguntas que ha dejado la persona que te ha nominado.
Elegir
11 blogs, páginas web o páginas de facebook con menos de 200 seguidores y
concederles este mismo premio (para hacer crecer el círculo, no se enviará
a la persona que te lo haya concedido a ti)
Informar
del premio a los once blogs que hayas elegido.
Escribir
11 preguntas nuevas para hacérselas a los nuevos nominados.
El jardín olvidado, de Kate Morton, un regalo que me
hicieron este verano.
2.- ¿Por qué iniciaste el blog?
Comenzó como un ejercicio práctico de un curso de nuevas tecnologías,
pero enseguida me picó el gusanillo de continuarlo, darle un toque más personal
y aprovecharlo también como instrumento de utilidad para mis alumnos.
3.- ¿Consultas habitualmente otros blogs?
Claro, son muy útiles y prácticos.
4.- ¿Cuánto tiempo dedicas al blog?
Depende del tiempo que tenga disponible, aunque procuro no
dejar pasar demasiado tiempo entre una entrada y otra.
5.- Si lo tienes ¿cuál es tu autor fetiche?
Posiblemente, Federico García Lorca.
6.- Un sueño que te quede por realizar.
Muchos, las ilusiones nunca hay que perderlas.
7.- Otra afición artística además de la literatura
Me encanta la música, el teatro y la pintura, aunque soy
negada para todo ello.
8.- ¿Algún personaje literario que detestes?
Ninguno especialmente, aunque Frodo a veces me resulta muy
cansino.
9.- ¿Algún personaje literario que te guste especialmente?
Más que literario es legendario: el hada Morgana de las
leyendas artúricas.
10.- ¿Sueles ver las películas de los libros que has leído?
A veces, aunque normalmente me decepcionan.
11.- ¿Recuerdas el libro que te impulsó a la lectura?
Llevo leyendo tantos años que es imposible recordarlo,
aunque entre los primeros estuvieron El diario de Ana Frank y las
colecciones infantiles de Enid Blyton.
Estos son mis 11 seleccionados
para recibir el Premio Liebster Award, estáis todos invitados a visitarlos:
El catarismo,
como religión, es mucho más desconocido que otras religiones también
perseguidas y extinguidas, y esto se debe a la falta de documentación escrita
al respecto: ellos mismos, ante el temor de ser descubiertos por la Inquisición,
quemaron sus textos sagrados, y los que sobrevivieron fueron pasto de
las llamas inquisitoriales.
Así,
para conocer lo esencial de esta doctrina hay que basarse en el Libro de
los dos principios, que data de mediados del siglo XIII (posterior, por
tanto, a la caída de Montségur). Este manuscrito se compone de 7
tratados: La creación, los Signos Universales, y el Resumen para
ignorantes fundamentan la teoría de la dualidad y su cosmogonía; el Tratado
del libre Arbitrio y Del libre arbitrio niegan la libertad humana y el
libre albedrío para elegir entre el bien y el mal; Contra los garatenses
combate el dualismo moderado; y por último De las persecuciones
recoge textos del evangelio para justificar y explicar el sentido de las
persecuciones que estaban sufriendo.
Lo
que parece indudable es que el catarismo fue el más importante de los
movimientos religiosos disidentes que se dieron en la Edad Media. Sus
seguidores distinguían dos iglesias: por un lado la iglesia de Roma, oficial,
poderosa y mundana, alejada de los preceptos evangélicos y que luchaba por
consolidar su poder por encima incluso de los soberanos; por otra parte, la que
ellos consideraban la auténtica iglesia de Cristo: consecuente con los
principios evangélicos y víctima de la persecución que Jesucristo había
anunciado.
Veamos cuáles son los principales puntos por los que esta doctrina
fue tildada de herejía:
El dualismo cátaro:
frente a la idea católica de que hay un solo Dios padre, creador del cielo
y la tierra, los cátaros defienden la existencia de dos principios
originarios, opuestos e irreconciliables: un Dios bueno, autor de los
espíritus, del bien y del Nuevo Testamento, y un Dios malo (Satanás) autor
de la materia, el mal y el Antiguo Testamento. Así, hay, por lo tanto, dos
creaciones: el paraíso, que es la creación del Dios verdadero, y es eterna
e incorruptible, y el mundo terrenal (con todo lo que contiene: el
universo, el mar, las montañas, los animales, las plantas, los seres
humanos), que es la del diablo, y por ello es vano y corruptible. De esta
manera, los humanos no son sino unos cuerpos de carne creados por Satanás
como prisión en la que habitan los ángeles caídos del paraíso, que están
condenados a permanecer ahí encarcelados para siempre.
Su concepto de
Jesucristo: para los cátaros Jesucristo es un espíritu, un ángel adoptado
como hijo por Dios al que dota de apariencia humana y envía a la tierra
con una doble misión: la de arrancar a los ángeles caídos del olvido
permanente en el que vivían y la de ofrecer a los hombres el sacramento de
la salvación (el consolamentum). Al ser un ser divino, no
habría podido sufrir y morir en la cruz.
Su idea del salvación y
del más allá: los hombres, tal y como hemos visto, no son sino
espíritus, y si al morir han recibido el consolamentum no es que
con ello alcancen el paraíso, sino que recuperaran su condición de ángeles
de luz y resplandecerán como el sol en el reino de su padre. Por esta
razón, para los cátaros no existe el Juicio Final (el fin de la
humanidad se producirá cuando se salvé el último de los espíritus
encarcelado dentro de un cuerpo humano) ni tampoco el infierno (que es la
propia tierra, y por ello debe ser destruida y regresar a la nada de donde
surgió).
La reencarnación:
para liberarse de su prisión carnal y recuperar su naturaleza angélica, se
debe pasar un largo proceso de purificación que, generalmente, no se
consuma en una única vida. Por ello, las almas deben transmigrar hasta
purgar sus culpas y purificarse. Después de la muerte, el hombre y la
mujer se convertían en un único sexo, como una especie de andrógino perfecto.
El alma viajaba de un cuerpo a otro, sin importar que fuera de un animal o
de un ser humano.
Su idea del pecado: Para
los cátaros vivir es, necesariamente, pecar puesto que el pecado es el
propio mundo creado por ese dios maligno. Sin embargo, y a pesar de que
los perfectos renunciaban a todos los placeres carnales, no pedían lo
mismo a sus seguidores: estos podían vivir en la opulencia e incluso con
un exceso de sensualidad, siempre y cuando no se olvidaran de los pobres,
se arrepintieran de haber pecado, y fueran sinceros con ellos mismos y con
los demás. (Al recibir el consolamentum al creyente le serían
perdonadas sus faltas sin tener que someterse a ningún tipo de
penitencia).
Suprimieron para sus fieles algunos pecados
del mundo, puesto que para ellos “era posible pecar siempre que no se tuviera
conciencia de estar haciendo algo malo”: el de usura para los comerciantes, y
el del amor para las mujeres (No daban tampoco ningún valor al sacramento del
matrimonio, y lo consideraban un simple concubinato).
La negación de la
transubstanciación de la carne: antes de comer, realizaban la ceremonia
del pan de la santa oración, una partición ritual del pan al
estilo de la antigua comida comunitaria que se celebraba en las iglesias
cristianas primitivas. Sin embargo, negaban la transubstanciación: es
decir, la conversión durante la Eucaristía del pan y el vino en el cuerpo
y la sangre de Cristo, y por ello su ceremonia del pan no tenía un
carácter eucarístico, sino un simple acto de fraternidad y de recuerdo de
los gestos de Cristo durante la última cena.
Otras diferencias con la
Iglesia de Roma: los cátaros no tenían templos, no veneraban imágenes
ni reliquias ni querían saber nada de la cruz, no entonaban cantos
religiosos, y, lo más importante, no cobraban diezmos a sus feligreses:
consideraban las bulas e indulgencias católicas como un medio de extorsión
a los fieles. Además, leían los textos bíblicos en la lengua del pueblo,
para conseguir que su predicación fuera más próxima a estos pero también
más eficaz.
Si quieres saber más sobre El enigma de los cátaros, su vida y costumbres y cómo fue la cruzada contra ellos, escucha este post:
La celebración del solsticio de
verano, es tan antigua como la misma humanidad. Se puede decir que
todo empezó hace cerca de cinco mil años, cuando nuestros antepasados, tan
amigos de observar las estrellas, se dieron cuenta que en
determinada época del año el Sol se mueve desde una posición
perpendicular sobre el Trópico de Capricornio, hasta una posición perpendicular
sobre el trópico de Cáncer. A estos días extremos en la posición del Sol
se les llamó solsticios de invierno y verano, los cuales ocurren los
días 21 de diciembre y 21 de junio respectivamente.
Estas fechas corresponden al hemisferio norte, pues en el sur es al contrario.
En un principio se creía que el
sol no volvería a su esplendor total, pues después de esta fecha, los días era
cada vez más cortos. Por esta razón, fogatas y ritos de fuego de
toda clase se iniciaban en la víspera del pleno verano, o 20 de junio,
para simbolizar el poder del sol y ayudarle a renovar su energía.
En tiempos posteriores se
encendían fogatas en las cimas de la montañas, a lo largo de los riachuelos, en
la mitad de las calles y al frente de las casas. Se organizaban procesiones con
antorchas y se echaban a rodar ruedas ardiendo colinas abajo y a través de los
campos. A menudo se bailaba y saltaba alrededor del fuego para purificarse
y protegerse de influencias demoníacas y asegurar el renacimiento del
sol.
ORÍGENES PAGANOS
Ni que decir tiene que esta fiesta
solsticial es muy anterior a la religión católica o mahometana.
Uno de los antecedentes que se puede buscar a
esta festividad es la celebración celta del Beltaine, que
se realizaba el primero de mayo. El nombre significaba “fuego de Bel” o “bello
fuego” y era un festival anual en honor al dios Belenos.
Durante el Beltaine se encendían hogueras que eran coronadas por los más
arriesgados con largas pértigas. Después los druidas hacían pasar el
ganado entre las llamas para purificarlo y defenderlo contra las
enfermedades. A la vez, rogaban a los dioses que el año fuera fructífero y
no dudaban en sacrificar algún animal para que sus plegarias fueran mejor
atendidas.
Otra de las raíces de tan singular noche hay
que buscarla en las fiestas griegas dedicadas al dios Apolo,
que se celebraban en el solsticio de verano encendiendo grandes hogueras
de carácter purificador. En los antiguos mitos griegos a los solsticios se
les llamaba “puertas” y, en parte, no les faltaba razón. La
“puerta de los hombres”, según estas creencias helénicas, correspondía
al solsticio de verano (del 21 al 22 de junio) a diferencia de “la
puerta de los dioses” del solsticio de invierno (del 21 al 22 de
diciembre).
Los romanos, por su parte, dedicaron a la diosa de la
guerra Minerva unas fiestas con fuegos y tenían la costumbre de saltar
tres veces sobre las llamas. Ya entonces se atribuían propiedades
medicinales a las hierbas recogidas en aquellos días.
LA NOCHE DE SAN JUAN:
El 24 de junio se celebra la fecha
del nacimiento de San Juan Bautista, (el único santo del que se celebra su nacimiento y no su
muerte), porque fue santificado en el vientre de su madre y vino al mundo sin
culpa.
San Juan toma posesión del
solsticio de verano porque fue imposible erradicar las ancestrales
celebraciones solares, en un esfuerzo por cristianizar las numerosas fuerzas
que se manifiestan en esta mágica jornada, en la que todas las sociedades
tradicionales de Europa ponen en marcha
rituales de antiguo origen. La fiesta no es específica de localidades
concretas, sino que se extiende por toda Europa con diversas variantes.
En el Evangelio de San Lucas
se cuenta que su padre, el sacerdote Zacarías, había perdido la voz por dudar
de que su mujer, Isabel, estuviera encinta. Sin embargo en el momento de nacer
San Juan la recuperó milagrosamente, como se lo había predicho el ángel
Gabriel. Rebosante de alegría, la tradición religiosa dice que encendió
hogueras para anunciar a parientes y amigos la noticia. Cuando siglos después
se cristianizó esta fiesta, la noche del 23 al 24 de junio se convirtió
en una noche santa y sagrada, sin abandonar por eso su aura mágica.
Así, un personaje–símbolo de la
cristiandad y un astro presiden la celebración. Por una parte el Sol que,
según la tradición popular, sale bailando al amanecer del día 24. Por otra
parte el santo de la fecha, San Juan, encargado de dotar de sacralidad a la
fiesta, pero que no ocupa lugar central en los rituales.
Esta es una fecha en la que
numerosas LEYENDAS FANTÁSTICAS son unánimes al decir que es un
período en el que se abren de par en par las invisibles puertas del
“otro lado del espejo”:
se permite el acceso a grutas, castillos y
palacios encantados;
se liberan de sus prisiones y ataduras las reinas moras,
las princesas y las infantas cautivas merced a un embrujo, ensalmo
o maldición;
braman los cuélebres (dragones) y vuelan los “caballucos del
diablo”;
salen a dar un vespertino paseo a la luz de la
Luna seres femeninos misteriosos en torno a sus infranqueables
moradas;
afloran enjambres de raros espíritus
duendiles amparados en la oscuridad de la noche y en los matorrales;
las gallinas y los polluelos de oro, haciendo ostentación de su
áureo plumaje, tientan a algún que otro incauto codicioso a que les echen
el guante;
las mozas enamoradas sueñan y adivinan quién
será el galán que las despose;
las plantas venenosas pierden su dañina
propiedad y, en cambio, las salutíferas centuplican sus
virtudes (buen día para recolectar plantas medicinales en el campo);
los tesoros se remueven en las entrañas de
la Tierra y las losas que los ocultan dejan al descubierto parte del
mismo para que algún pobre mortal deje de ser, al menos, pobre;
el rocío cura ciento y una enfermedades y
además hace más hermoso y joven a quien se embadurne todo el cuerpo;
los helechos florecen al dar las doce campanadas...
La Noche de San Juan, la de las
tradiciones mágicas,
se caracteriza por la multitud de hogueras que iluminan la noche. Los
ciudadanos arrojan a la hoguera antes de su encendido pequeños objetos,
conjuros, deseos e incluso apuntes del curso con el objetivo de hacer
desaparecer los malos espíritus.
El 26 de
mayo de 1816 Lord Byron y su médico personal, John Polidori,
llegan a Sécheron, a orillas del lago Leman, con la intención de pasar
allí los meses de aquel atípico verano. Al día siguiente, se encuentran con Mary
Godwin, su hermana Claire Clairmont (la embarazada amante del Lord) y el
poeta Percy Shelley, los cuales habían llegado allí unos días antes, y
estaban alojados en la Maison Chapuis. Muy cerca de esta se encontraba
la casa que Byron alquilará, Villa Diodati, llamada así por haber
pertenecido al teólogo del siglo XVIII Giovanni Diodati y célebre porque en
ella dicen que residió el poeta John Milton (dato al parecer erróneo,
puesto que Milton falleció en 1674 y la casa fue construida en 1710).
Mucho se
ha especulado sobre cómo era la vida de estos personajes durante su estancia
suiza: la rumorología y el cine nos han dejado una visión bohemia marcada por
jornadas de opio, promiscuidad sexual, pasiones desatadas y desenfreno… que
parece que poco tienen que ver con la realidad. No hay ningún indicio cierto
sobre los supuestos intercambios de pareja, ni la supuesta relación
homosexual entre Byron y Polidori. Por el contrario, del diario del propio
doctor se desprende una realidad muy distinta: la vida en Suiza era plácida y
burguesa: excursiones en barca, paseos, almuerzos de té y pan, lecciones de
italiano, lecturas de los clásicos, visitas a los vecinos y largas veladas de disertaciones literarias y debates
filosóficos.
Durante
una de estas veladas tiene lugar la famosa conversación acerca de los
principios de la vida que tanto influyó en Mary para componer su Frankenstein.
Conversación que habrían mantenido Shelley y Byron según la versión de la
propia Mary, o Shelley y Polidori, según afirma este último. En cualquier caso,
ese principio de la vida del que hablaron se refería a algún tipo
de fluido, apenas perceptible, que recorría el cuerpo inanimado y le daba
vida, y que para algunos estaba en la sangre (base del mito de
Frankenstein: introducir el fluido de la vida en un ser muerto; y del de
Drácula: sacarlo de un ser vivo).
Otra de
las noches, la lectura de una serie de relatos de terror llevará a Byron a
proponer un reto al resto de sus amigos: escribir cada uno una historia
terrorífica. Existen algunas contradicciones entre las diferentes versiones que
nos han llegado de lo sucedido esa famosa noche y de los invitados que se
encontraban presentes:
En la carta de presentación de El vampiro: se afirma que una noche,
tras haber leído una obra alemana titulada Phantasmagoriana,
comenzaron a relatar cuentos de fantasmas y Byron leyó unos versos del Christabel
de Coleridge que provocaron la alucinación de Shelley: había
visto que el pecho de una de las damas tenía ojos en vez de pezones. Tras
esa conversación, se propuso que
cada uno de los presentes escribiera un relato de tema sobrenatural, tarea
que fue emprendida por Byron, Mary y Polidori.
Fotograma de la película Remando al viento, de Gonzalo Suárez
En la introducción de Frankenstein: Mary cuenta algo similar,
aunque no menciona el incidente de la alucinación. Mary afirma que la
propuesta fue de Byron, y su proposición aceptada por todos excepto por
Claire.
En el diario de Polidori se da una versión diferente.
En la noche del 17 de junio los 5 ingleses estaban invitados a un baile en
casa de la señora Odier, donde también se encontraba la condesa
Potocka, ex amante de Napoleón que algunos historiadores incluyen
entre los invitados a la famosa velada que nos ocupa. Ese día, Polidori
recoge la siguiente anotación en su diario: ”todos los reunidos empiezan
a escribir su relato de fantasmas, menos yo”.
Al día siguiente, el 18 de junio, Polidori anota en su diario: “Comienzo
mi historia de fantasmas después del té”, y recoge a continuación el
incidente de la alucinación de Shelley.
El 19 de junio, de nuevo, otra anotación: “Comienzo mi historia de
fantasmas”. ¿Esto significa que Polidori comenzó dos obras? ¿Qué rechazó el
primer borrador y comenzó una nueva? Luego volveremos sobre estos aspectos.
Lo que
sí parece que está claro, sea cual sea la versión correcta, es que entre los
invitados a la velada no se encontraba Matthew G. Lewis, el autor de El
monje, que algunos historiadores han incluido como partícipe en la
competición. Al parecer, Lewis no llegó al lago Lemán hasta agosto, y Byron,
Shelley y Polidori actuaron entonces como testigos de una revisión del
testamento de aquel.
¿Qué obras surgieron de aquella
competición?
A pesar
de las contradicciones que ya hemos visto, parece claro que entre el 16 y el 18
de junio los 4 protagonistas de la velada literaria emprendieron sus
respectivas historias, si bien sólo Mary Shelley y Polidori conseguirían
acabarlas.
Byron comenzó un cuento sobre dos amigos
que realizan un viaje a Grecia y uno de ellos le hace al otro partícipe de un
extraño juramento antes de morir. Una historia de fantasmas que abandonó
enseguida, quedando el fragmento perdido entre sus papeles. Cuando tres años
más tarde se le atribuyó falsamente la paternidad de El vampiro,
Byron, furioso, remitió a su editor dicho fragmento para que lo publicara, pero
Murray desatendió sus instrucciones y se limitó a ponerlo al final del
nuevo poema de Byron, Mazeppa, sin ninguna aclaración y con el
título: “Fragmento de un relato”. La obra en cuestión es también
conocida como El entierro, y con el nombre de su protagonista: August
Darvell.
Shelley inició un relato sobre un fantasma
hecho de cenizas que iba a estar dedicado a su hijo William. Erróneamente,
se ha dicho también que fruto de sus experiencias en aquellos días, Percy
escribió Los asesinos, sin embargo esta obra fue publicada
realmente en 1814, cuando regresan de su primer viaje por Europa.
Polidori no está claro qué es lo que
escribió, puesto que contamos con varias obras cuyo origen parece estar en el
concurso propuesto por Byron:
Por un lado, la anécdota que menciona Mary
Shelley en el prólogo a Frankenstein, que versaría sobre “una
mujer con cabeza de calavera, que fue reducida a tal condición como
castigo por haber mirado por una cerradura”. Nada se sabe de qué fue
de este supuesto relato.
Por otro, y según él mismo afirma en el prólogo
a su novela Ernestus Berchtold, compuso su famoso relato El
vampiro, a petición de una dama que le propuso que cogiera el fragmento
de Byron y lo continuara con un mínimo de verosimilitud, lo que él hizo en
tres mañanas.
Por último, en el mismo año, 1819, publica su
única novela, Ernestus Berchtold o El moderno Edipo,
en cuyo prólogo indica que “fue iniciada la misma noche en que
Frankenstein fue concebida”. Esta afirmación ha sido puesta en duda
por los críticos, basándose en datos como:
-La descripción paisajística de los Alpes: Polidori no
conoció esos lugares hasta después de abandonar Coligny, en otoño de 1816.
-La descripción de Milán y sus monumentos: ciudad a la que
se desplazó el propio doctor, visitando y registrando en su diario los mismos
lugares.
-El personaje del padre adoptivo del protagonista parece
inspirado en un ermitaño que Polidori conoció en los Alpes, en el mes de
septiembre.
Por
estas razones, algunos investigadores afirman que quizá Polidori intentaba
aprovecharse del éxito que había obtenido ya Frankenstein, del morbo que
despertaron en la opinión público las veladas en Villa Diodati y del revuelo
derivado de la publicación de El vampiro. Quizá esto explique también el
subtítulo de la novela, que tanto recuerda al empleado por Mary Shelley en la
suya (El moderno Prometeo).
Mary Shelley gestó, como todos sabemos, la
célebre novela Frankenstein, en cuyo proceso de gestación y
desarrollo intervinieron distintos factores:
-La visita de Percy y Mary en 1814 al castillo Frankenstein, en las proximidades de
Darmstadt, tal como afirma Radu Florescu. Al parecer, durante la visita, Mary
quedó fascinada por la figura de uno de sus antiguos habitantes, Konrad
Dippel, un alquimista cuya pretensión era devolver la vida a los cadáveres.
-Las conversaciones que tuvieron lugar en Villa Diodati
sobre el fluido vital, los experimentos de Darwin y el galvanismo (efectos
que la electricidad tenía sobre el tejido animal). Estas conversaciones
provocaron en la joven escritora una serie de visiones nocturnas que
darían lugar, tal como ella misma indica en el prólogo a la segunda edición de
la novela, a las líneas fundamentales de la misma. Esas visiones le harán
afirmar: “La he encontrado. Lo que me ha aterrado a mí aterrará a los demás;
solo necesito describir el espectro que ha visitado mi almohada a medianoche”.
Al día siguiente, comenzó a escribir su historia.
-La influencia de Shelley, que corregía los textos de su
esposa y aportaba múltiples sugerencias para mejorar su redacción, y aportó
rasgos de su propia personalidad al personaje del doctor Víctor Frankenstein.
-La influencia de William Godwin, cuyas novelas “Caleb
Williams” y “San León” tomó Mary como modelo para configurar la suya. De la
primera toma, sobre todo, la relación entre los dos personajes principales y el
desenlace de ambos; de la otra, el amor del protagonista por la ciencia, el
éxito y el poder.
El 14 de
mayo de 1817 Mary concluye su narración. Tras una serie de intentos fallidos
por encontrar editor, Frankenstein verá la luz en marzo de 1818, publicada
anónimamente por una editorial de dudosa reputación y con un prefacio
escrito por su esposo y una dedicatoria a su padre. El éxito fue inmediato, si
bien Mary no había quedado del todo satisfecha con el resultado final. Por
ello, corrigió su manuscrito, reescribiendo algunos capítulos y modificando
determinados elementos de la trama. Le añadió también un prólogo y la
versión definitiva se publicó en 1831.
Si quieres saber más, escucha la versión radiada y ampliada de este artículo pinchando en este enlace: