miércoles, 13 de febrero de 2013

Mentes perversas de la historia: Barba Azul y Elizabeth Bathory



El barón Gilles de Rais (Barba Azul)

Gilles de Laval nació en 1404 en el seno de una de las familias más ricas y poderosas de Francia. A los 16 años se casa con su prima, Catalina de Thouars, incrementando de esta forma su ya enorme fortuna, y poco tiempo después toma las armas junto a Juana de Arco, combatiendo a favor del rey Carlos IV.

Hasta ese momento Gilles era uno de los nobles más ricos de Europa, conocido por su elegancia y su belleza. Pero la captura de su protegida, Juana de Arco, que acabó siendo quemada en la hoguera, supuso un shock para él, que llegó a abandonar a su familia encerrándose en el castillo de Tiffauges, negándose a tener relaciones sexuales con ninguna mujer e iniciando su carrera criminal, en un intento de desafiar a Dios por haber permitido la muerte de Juana.

Se dedicó a organizar en sus castillos lujosas fiestas cuyos gastos pronto comenzaron a mermar su fortuna, y para subsanarlo se aficionó a la Alquimia e instaló un laboratorio en el que trabajaba sin descanso buscando la piedra filosofal que le permitiera transformar los metales en oro. Frustrado en sus propósitos, acabó despidiendo a magos y alquimistas, que le costaban una fortuna, quedando bajo su manto solo unos pocos, que le persuadieron de que sólo con la ayuda del Diablo (a quien llegó a nombrar heredero en su testamento) podría conseguir el oro que necesitaba: este fue el móvil de su primer crimen, que pese a resultarle fallido en el intento de convocar a Satanás, le sirvió para descubrir su pasión secreta: la tortura, violación y asesinato de niños, llegando a matar, según dicen, a más de 200.

En 1438 comenzó su carrera criminal, capturando a muchachos de los alrededores de su mansión y a mendigos que se acercaban hasta allí a pedir limosna. Eran violados y descuartizados por sus servidores, conservando después sus restos y su sangre con fines mágicos. El propio barón participaba en aquellas masacres, fingiendo compasión por los chicos que estaban siendo torturados, a los que abrazaba y consolaba para ganarse su confianza, y una vez lograda les cortaba el cuello y acto seguido violaba el cadáver.

Otra de las cosas que mayor placer le provocaba era conservar las cabezas decapitadas de sus víctimas, embellecidas por un artista de su séquito, que peinaba sus cabellos y enrojecía sus labios y mejillas. Cuando tenía un número suficiente de ellas, celebraba una especie de concurso de belleza con sus amigos, y con la cabeza ganadora practicaban la necrofilia.

Las constantes desapariciones de niños comenzaron a levantar sospechas sobre él, pero el hecho de que fuera tan poderoso impidió que nadie tomara cartas en el asunto hasta 1440, cuando el duque de Bretaña ordenó abrir una investigación que conducirá a su detención en Machecoul varios meses después. Cuando registraron su propiedad, encontraron los cuerpos despedazados de 50 adolescentes, y el barón de Rais fue acusado ante la justicia por haber torturado y asesinado entre 140 y 200 muchachos.
La ejecución de Gilles de Rais (Biblioteca Nacional de Francia)

A pesar de que para conseguir una confesión se le sometió a todo tipo de torturas, solo la amenaza de excomunión fue capaz de conseguirlo, y al mes de haber sido detenido confesó el placer que le había producido decapitar a sus víctimas, golpearlas, besar voluptuosamente sus cadáveres y deleitarse con aquellos que le resultaban más hermosos o con miembros más atractivos. Según dijo, lo que más le excitaba era sentarse en sus estómagos y ver cómo agonizaban lentamente. También afirmó que no había actuado instigado por otras personas, sino que siguió el dictado de su imaginación con el único fin de procurarse placer carnal.

Pocos días después, en el amanecer del 26 de octubre de 1440, fue conducido, junto a dos de sus cómplices, a un descampado, donde fue ahorcado y quemado en la hoguera. Murió pregonando su arrepentimiento y su fe cristiana y sus restos fueron depositados en una iglesia de las carmelitas en Nantes.

La condesa Elizabeth Bathory

La condesa sangrienta, como es también conocida Elizabeth Bathory, es otro personaje histórico que presenta muchos rasgos en común con Barba Azul: ambos tenían predilección por la sangre (incluso se bañaban en ella) y el sexo, ambos pertenecían a la nobleza y ambos eran homosexuales, por lo que elegían a sus víctimas entre jóvenes su propio sexo. Sin embargo, Elizabeth es una de las pocas mujeres asesinas en serie de la historia, que llegó a matar a 650 muchachas.

Elizabeth Bathory nació en 1560 en el seno de la aristocracia húngara, en una familia conocida desde antaño por su afición a la magia negra y a la alquimia, practicantes de brujería y adoradores de Satán. Casada muy joven, con tan solo 15 años, con el conde Nadasdy, cuyas obligaciones militares lo mantenían alejado de su esposa, esta, recluída y aburrida en su castillo de los Cárpatos, comienza pronto a mantener relaciones sexuales con dos de sus doncellas, y a interesarse por temas esotéricos, hechicería y magia negra, de donde sacará la idea (a través de su vieja nodriza) de que si se bañaba con sangre de doncella podría conservar eternamente su juvenil belleza.

               
Al poco tiempo de fallecer su marido, la condesa comenzó a hacer sus macabros experimentos, siendo su primera víctima una de sus doncellas, a quien mandó que le cortasen las venas y metiesen su sangre en una bañera para bañarse en ella. A partir de ahí, obsesionada por conservar su juventud, comenzó a recorrer los Cárpatos en un carruaje, en busca de muchachas a las que sacrificar. La llevaba a los fríos sótanos de su castillo y allí eran encadenadas y acuchilladas, desangrándolas para llenar su bañera macabra. Tomaba su baño, y al salir ordenaba a sus sirvientas que le lamiesen la piel salvo que quisieran ser torturadas y asesinadas.

La condesa era también aficionada a beberse la sangre de sus víctimas, y con sus huesos  se realizaron experimentos alquímicos durante 11 años. Muchos de los cuerpos eran arrojados al campo para que las alimañas acabasen con ellos, siendo encontrados por los aldeanos, que acudieron al emperador para que tomara cartas en el asunto. Este, al principio, no los toma demasiado en serio, pues al fin y al cabo la Condesa pertenecía a una familia muy poderosa, pero finalmente envía a sus soldados, que irrumpen en el castillo en 1610, encontrando el cuerpo pálido y desangrado de una mujer en el suelo del salón, el de otra que había sido salvajemente azotada, desangrada y quemada, y el de otra que había sido torturada y desangrada pero que aún estaba viva. También encontraron una cincuentena de cadáveres en los alrededores, a gran cantidad de muchachas en los calabozos y a la Condesa y sus secuaces en medio de uno de sus sangrientos rituales.

Elizabeth Bathory fue detenida, y en el juicio confesó haber asesinado a más de 600 jóvenes, con cuya sangre se había bañado para conservar su juventud y belleza. Confesó también que le seducía el olor de la muerte, la tortura y las orgías lésbicas, y fue condenada a muerte, siendo emparedada en el dormitorio de su castillo; por una pequeña ranura le daban agua y algo de comida para mantenerla con vida, permaneciendo así durante cuatro años, cuando deja de comer y fallece. Era el año 1614, y la condesa tenía entonces 54 años.

Si te interesa el tema de los asesinos en serie reales, personajes de la historia de todos los tiempos que han dejado huella por su crueldad, no dejes de escuchar este audio:





Y de leer esta novela, verdaderamente escalofriante:

Número Puk