domingo, 23 de junio de 2013

La noche de San Juan

La celebración del solsticio de verano, es tan antigua como la misma humanidad. Se puede decir que todo empezó hace cerca de cinco mil años, cuando nuestros antepasados, tan amigos de  observar  las estrellas, se dieron cuenta que en determinada época del año el Sol se mueve  desde una posición perpendicular sobre el Trópico de Capricornio, hasta una posición perpendicular sobre el trópico de Cáncer. A estos días extremos en la posición del Sol se les llamó solsticios de invierno y verano, los cuales ocurren los días 21 de diciembre y 21  de junio respectivamente. Estas fechas corresponden al hemisferio norte, pues en el sur es al contrario.

En un principio se creía que el sol no volvería a su esplendor total, pues después de esta fecha, los días era cada vez más cortos. Por esta razón, fogatas y ritos de fuego de toda clase se iniciaban en la víspera del pleno verano, o 20 de junio, para simbolizar el poder del sol y ayudarle a renovar su energía.

En tiempos posteriores se encendían fogatas en las cimas de la montañas, a lo largo de los riachuelos, en la mitad de las calles y al frente de las casas. Se organizaban procesiones con antorchas y se echaban a rodar ruedas ardiendo colinas abajo y a través de los campos. A menudo se bailaba y saltaba alrededor del fuego para purificarse y protegerse de influencias demoníacas y asegurar el renacimiento del sol.

ORÍGENES PAGANOS

Ni que decir tiene que esta fiesta solsticial es muy anterior a la religión católica o mahometana. 

  • Uno de los antecedentes que se puede buscar a esta festividad es la celebración celta del Beltaine, que se realizaba el primero de mayo. El nombre significaba “fuego de Bel” o “bello fuego” y era un festival anual en honor al dios Belenos. Durante el Beltaine se encendían hogueras que eran coronadas por los más arriesgados con largas pértigas. Después los druidas hacían pasar el ganado entre las llamas para purificarlo y defenderlo contra las enfermedades. A la vez, rogaban a los dioses que el año fuera fructífero y no dudaban en sacrificar algún animal para que sus plegarias fueran mejor atendidas.

  • Otra de las raíces de tan singular noche hay que buscarla en las fiestas griegas dedicadas al dios Apolo, que se celebraban en el solsticio de verano encendiendo grandes hogueras de carácter purificador. En los antiguos mitos griegos a los solsticios se les llamaba “puertas” y, en parte, no les faltaba razón. La “puerta de los hombres”, según estas creencias helénicas, correspondía al solsticio de verano (del 21 al 22 de junio) a diferencia de “la puerta de los dioses” del solsticio de invierno (del 21 al 22 de diciembre).

  • Los romanos, por su parte, dedicaron a la diosa de la guerra Minerva unas fiestas con fuegos y tenían la costumbre de saltar tres veces sobre las llamas. Ya entonces se atribuían propiedades medicinales a las hierbas recogidas en aquellos días. 

LA NOCHE DE SAN JUAN


El 24 de junio se celebra la fecha del nacimiento de San Juan Bautista, (el único santo del que se celebra su nacimiento y no su muerte), porque fue santificado en el vientre de su madre y vino al mundo sin culpa.
San Juan toma posesión del solsticio de verano porque fue imposible erradicar las ancestrales celebraciones solares, en un esfuerzo por cristianizar las numerosas fuerzas que se manifiestan en esta mágica jornada, en la que todas las sociedades tradicionales de Europa ponen en marcha  rituales de antiguo origen. La fiesta no es específica de localidades concretas, sino que se extiende por toda Europa con diversas variantes.

En el Evangelio de San Lucas se cuenta que su padre, el sacerdote Zacarías, había perdido la voz por dudar de que su mujer, Isabel, estuviera encinta. Sin embargo en el momento de nacer San Juan la recuperó milagrosamente, como se lo había predicho el ángel Gabriel. Rebosante de alegría, la tradición religiosa dice que encendió hogueras para anunciar a parientes y amigos la noticia. Cuando siglos después se cristianizó esta fiesta, la noche del 23 al 24 de junio se convirtió en una noche santa y sagrada, sin abandonar por eso su aura mágica. 

Así, un personaje–símbolo de la cristiandad y un astro presiden la celebración. Por una parte el Sol que, según la tradición popular, sale bailando al amanecer del día 24. Por otra parte el santo de la fecha, San Juan, encargado de dotar de sacralidad a la fiesta, pero que no ocupa lugar central en los rituales.

Esta es una fecha en la que numerosas LEYENDAS FANTÁSTICAS son unánimes al decir que es un período en el que se abren de par en par las invisibles puertas del “otro lado del espejo”:
  • se permite el acceso a grutas, castillos y palacios encantados;
  • se liberan de sus prisiones y ataduras las reinas moras, las princesas y las infantas cautivas merced a un embrujo, ensalmo o maldición;
  • braman los cuélebres (dragones) y vuelan los “caballucos del diablo”;
  • salen a dar un vespertino paseo a la luz de la Luna seres femeninos misteriosos en torno a sus infranqueables moradas;
  • afloran enjambres de raros espíritus duendiles amparados en la oscuridad de la noche y en los matorrales;
  • las gallinas y los polluelos de oro, haciendo ostentación de su áureo plumaje, tientan a algún que otro incauto codicioso a que les echen el guante;
  • las mozas enamoradas sueñan y adivinan quién será el galán que las despose; 
  • las plantas venenosas pierden su dañina propiedad y, en cambio, las salutíferas centuplican sus virtudes (buen día para recolectar plantas medicinales en el campo);
  • los tesoros se remueven en las entrañas de la Tierra y las losas que los ocultan dejan al descubierto parte del mismo para que algún pobre mortal deje de ser, al menos, pobre; 
  • el rocío cura ciento y una enfermedades y además hace más hermoso y joven a quien se embadurne todo el cuerpo;
  • los helechos florecen al dar las doce campanadas...

La Noche de San Juan, la de las tradiciones mágicas, se caracteriza por la multitud de hogueras que iluminan la noche. Los ciudadanos arrojan a la hoguera antes de su encendido pequeños objetos, conjuros, deseos e incluso apuntes del curso con el objetivo de hacer desaparecer los malos espíritus.


martes, 11 de junio de 2013

Una velada en Villa Diodati: leyenda y realidad.


El 26 de mayo de 1816 Lord Byron y su médico personal, John Polidori, llegan a Sécheron, a orillas del lago Leman, con la intención de pasar allí los meses de aquel atípico verano. Al día siguiente, se encuentran con Mary Godwin, su hermana Claire Clairmont (la embarazada amante del Lord) y el poeta Percy Shelley, los cuales habían llegado allí unos días antes, y estaban alojados en la Maison Chapuis. Muy cerca de esta se encontraba la casa que Byron alquilará, Villa Diodati, llamada así por haber pertenecido al teólogo del siglo XVIII Giovanni Diodati y célebre porque en ella dicen que residió el poeta John Milton (dato al parecer erróneo, puesto que Milton falleció en 1674 y la casa fue construida en 1710).

Mucho se ha especulado sobre cómo era la vida de estos personajes durante su estancia suiza: la rumorología y el cine nos han dejado una visión bohemia marcada por jornadas de opio, promiscuidad sexual, pasiones desatadas y desenfreno… que parece que poco tienen que ver con la realidad. No hay ningún indicio cierto sobre los supuestos intercambios de pareja, ni la supuesta relación homosexual entre Byron y Polidori. Por el contrario, del diario del propio doctor se desprende una realidad muy distinta: la vida en Suiza era plácida y burguesa: excursiones en barca, paseos, almuerzos de té y pan, lecciones de italiano, lecturas de los clásicos, visitas a los vecinos y largas veladas de  disertaciones literarias y debates filosóficos.

Durante una de estas veladas tiene lugar la famosa conversación acerca de los principios de la vida que tanto influyó en Mary para componer su Frankenstein. Conversación que habrían mantenido Shelley y Byron según la versión de la propia Mary, o Shelley y Polidori, según afirma este último. En cualquier caso, ese principio de la vida del que hablaron se refería a algún tipo de fluido, apenas perceptible, que recorría el cuerpo inanimado y le daba vida, y que para algunos estaba en la sangre (base del mito de Frankenstein: introducir el fluido de la vida en un ser muerto; y del de Drácula: sacarlo de un ser vivo).

Otra de las noches, la lectura de una serie de relatos de terror llevará a Byron a proponer un reto al resto de sus amigos: escribir cada uno una historia terrorífica. Existen algunas contradicciones entre las diferentes versiones que nos han llegado de lo sucedido esa famosa noche y de los invitados que se encontraban presentes:

  • En la carta de presentación de El vampiro: se afirma que una noche, tras haber leído una obra alemana titulada Phantasmagoriana, comenzaron a relatar cuentos de fantasmas y Byron leyó unos versos del Christabel de Coleridge que provocaron la alucinación de Shelley: había visto que el pecho de una de las damas tenía ojos en vez de pezones. Tras esa conversación, se propuso  que cada uno de los presentes escribiera un relato de tema sobrenatural, tarea que fue emprendida por Byron, Mary y Polidori.
    Fotograma de la película Remando al viento, de Gonzalo Suárez
  • En la introducción de Frankenstein: Mary cuenta algo similar, aunque no menciona el incidente de la alucinación. Mary afirma que la propuesta fue de Byron, y su proposición aceptada por todos excepto por Claire.
  • En el diario de Polidori se da una versión diferente. En la noche del 17 de junio los 5 ingleses estaban invitados a un baile en casa de la señora Odier, donde también se encontraba la condesa Potocka, ex amante de Napoleón que algunos historiadores incluyen entre los invitados a la famosa velada que nos ocupa. Ese día, Polidori recoge la siguiente anotación en su diario: ”todos los reunidos empiezan a escribir su relato de fantasmas, menos yo”.

Al día siguiente, el 18 de junio, Polidori anota en su diario: “Comienzo mi historia de fantasmas después del té”, y recoge a continuación el incidente de la alucinación de Shelley.

El 19 de junio, de nuevo, otra anotación: “Comienzo mi historia de fantasmas”. ¿Esto significa que Polidori comenzó dos obras? ¿Qué rechazó el primer borrador y comenzó una nueva? Luego volveremos sobre estos aspectos.

Lo que sí parece que está claro, sea cual sea la versión correcta, es que entre los invitados a la velada no se encontraba Matthew G. Lewis, el autor de El monje, que algunos historiadores han incluido como partícipe en la competición. Al parecer, Lewis no llegó al lago Lemán hasta agosto, y Byron, Shelley y Polidori actuaron entonces como testigos de una revisión del testamento de aquel.

¿Qué obras surgieron de aquella competición?

A pesar de las contradicciones que ya hemos visto, parece claro que entre el 16 y el 18 de junio los 4 protagonistas de la velada literaria emprendieron sus respectivas historias, si bien sólo Mary Shelley y Polidori conseguirían acabarlas.

Byron comenzó un cuento sobre dos amigos que realizan un viaje a Grecia y uno de ellos le hace al otro partícipe de un extraño juramento antes de morir. Una historia de fantasmas que abandonó enseguida, quedando el fragmento perdido entre sus papeles. Cuando tres años más tarde se le atribuyó falsamente la paternidad de El vampiro, Byron, furioso, remitió a su editor dicho fragmento para que lo publicara, pero Murray desatendió sus instrucciones y se limitó a ponerlo al final del nuevo poema de Byron, Mazeppa, sin ninguna aclaración y con el título: “Fragmento de un relato”. La obra en cuestión es también conocida como El entierro, y con el nombre de su protagonista: August Darvell.

Shelley inició un relato sobre un fantasma hecho de cenizas que iba a estar dedicado a su hijo William. Erróneamente, se ha dicho también que fruto de sus experiencias en aquellos días, Percy escribió Los asesinos, sin embargo esta obra fue publicada realmente en 1814, cuando regresan de su primer viaje por Europa.

Polidori no está claro qué es lo que escribió, puesto que contamos con varias obras cuyo origen parece estar en el concurso propuesto por Byron:

  • Por un lado, la anécdota que menciona Mary Shelley en el prólogo a Frankenstein, que versaría sobre “una mujer con cabeza de calavera, que fue reducida a tal condición como castigo por haber mirado por una cerradura”. Nada se sabe de qué fue de este supuesto relato.
  • Por otro, y según él mismo afirma en el prólogo a su novela Ernestus Berchtold, compuso su famoso relato El vampiro, a petición de una dama que le propuso que cogiera el fragmento de Byron y lo continuara con un mínimo de verosimilitud, lo que él hizo en tres mañanas.
  • Por último, en el mismo año, 1819, publica su única novela, Ernestus Berchtold o El moderno Edipo, en cuyo prólogo indica que “fue iniciada la misma noche en que Frankenstein fue concebida”. Esta afirmación ha sido puesta en duda por los críticos, basándose en datos como:
-          La descripción paisajística de los Alpes: Polidori no conoció esos lugares hasta después de abandonar Coligny, en otoño de 1816.
-          La descripción de Milán y sus monumentos: ciudad a la que se desplazó el propio doctor, visitando y registrando en su diario los mismos lugares.
-          El personaje del padre adoptivo del protagonista parece inspirado en un ermitaño que Polidori conoció en los Alpes, en el mes de septiembre.

Por estas razones, algunos investigadores afirman que quizá Polidori intentaba aprovecharse del éxito que había obtenido ya Frankenstein, del morbo que despertaron en la opinión público las veladas en Villa Diodati y del revuelo derivado de la publicación de El vampiro. Quizá esto explique también el subtítulo de la novela, que tanto recuerda al empleado por Mary Shelley en la suya (El moderno Prometeo).

Mary Shelley gestó, como todos sabemos, la célebre novela Frankenstein, en cuyo proceso de gestación y desarrollo intervinieron distintos factores:

-          La visita de Percy y Mary en 1814 al castillo Frankenstein, en las proximidades de Darmstadt, tal como afirma Radu Florescu. Al parecer, durante la visita, Mary quedó fascinada por la figura de uno de sus antiguos habitantes, Konrad Dippel, un alquimista cuya pretensión era devolver la vida a los cadáveres.
-          Las conversaciones que tuvieron lugar en Villa Diodati sobre el fluido vital, los experimentos de Darwin y el galvanismo (efectos que la electricidad tenía sobre el tejido animal). Estas conversaciones provocaron en la joven escritora una serie de visiones nocturnas que darían lugar, tal como ella misma indica en el prólogo a la segunda edición de la novela, a las líneas fundamentales de la misma. Esas visiones le harán afirmar: “La he encontrado. Lo que me ha aterrado a mí aterrará a los demás; solo necesito describir el espectro que ha visitado mi almohada a medianoche”. Al día siguiente, comenzó a escribir su historia.
-          La influencia de Shelley, que corregía los textos de su esposa y aportaba múltiples sugerencias para mejorar su redacción, y aportó rasgos de su propia personalidad al personaje del doctor Víctor Frankenstein.
-          La influencia de William Godwin, cuyas novelas “Caleb Williams” y “San León” tomó Mary como modelo para configurar la suya. De la primera toma, sobre todo, la relación entre los dos personajes principales y el desenlace de ambos; de la otra, el amor del protagonista por la ciencia, el éxito y el poder.

El 14 de mayo de 1817 Mary concluye su narración. Tras una serie de intentos fallidos por encontrar editor, Frankenstein  verá la luz en marzo de 1818, publicada anónimamente por una editorial de dudosa reputación y con un prefacio escrito por su esposo y una dedicatoria a su padre. El éxito fue inmediato, si bien Mary no había quedado del todo satisfecha con el resultado final. Por ello, corrigió su manuscrito, reescribiendo algunos capítulos y modificando determinados elementos de la trama. Le añadió también un prólogo y la versión definitiva se publicó en 1831.


Si quieres saber más, escucha la versión radiada y ampliada de este artículo pinchando en este enlace: